viernes, 14 de agosto de 2015

Tinta y Tierra

Las negras robustas de mi región, no solo son negras y robustas, sino que tienen la sangre tinturada de tierra, los indígenas no son solo canelas del trópico y la selva, sino brebaje de las aguas del cauca, ella no era una mujer común, era una guerrera enamorada de una causa, una tierra, un rio,  el no era un hombre como cualquier otro, era un hombre que estaba cautivado por el rio…por la tierra… y por ella.
Yo aun recuerdo la primera vez que la vi, el sol le cubría la cara mientras dirigía el discurso a las masas, estaba más hermosa que nunca, gritaba y dejaba caer su furia sobre las palabras pues la indignación le hervía la sangre. El cabello castaño y ondulado le caía a lado y lado del pecho, el pecho estaba cubierto por una camisa corinto impregnada de su esencia, no tuve tiempo de detallarla aun más puesto que sus ojos cafés me habían hecho perder cualquier rumbo que quisiera tomar. Me trataba como a cualquier otro, me hablaba como su compañero, yo era tan solo otro mas de su audiencia… los meses pasaron, los años también, los encuentros fueron cada vez mas calurosos, lo lúgubre de su bomba cardiaca, cada vez se despejaba mas, y me dejaba ver a una mujer delicada, romántica, y mucho mas hermosa que la vez anterior.
Una noche perfumada en tabaco, con luz tenue y las liricas mas acopladas a la integración, ella me confeso que había sido yo “su único amor revolucionario” en ese instante, el alma se me derritió en los pulmones, la sangre se volvía mas liviana, y ella me sostenía levitando, con un beso bastante infraganti.

Tuve en mi mente, tengo en mi mente, y tendré en mi mente siempre ese beso en mis labios, tendré mas tatuado ese beso en mi, que el tatuaje que me plasme hace una semana en la espalda, la tendré tatuada a ella en mi subconsciente, hasta que se me frene la vida. Ella me duele mucho, ella me hizo morir y vivir en un solo instante, ella me lastima la mente, pero como amo que me reviva y me acelere con sus opacas luces de vida, me gusta encontrarla sin planearlo, pues igual no tengo opción, siempre que planee verla, nunca estuvo, pero son esas apariciones inesperadas las que me hacen esperarla aun mas, como me duele esa mujer de el carácter fuerte, como me duele la tierra que tiene en la sangre, como me duele las aguas del cauca que pasan por  ella, las ama por ser libres, y a mi su libertad me aprisiona, pero la dejo correr por que es tan grande que ya no la llevo dentro, sino fuera como una excitante esperanza de volver a amar, o mas bien de volver a amarla.

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