Las palmas de sus pies ardían, las palmas de sus manos se quemaban, su respiración era flama en pleno fulgor, ¿como era posible que ella estuviera muriendo en mis brazos? su vida se estaba apagando, la fiebre había invadido cada vena y arteria de ella, sufría, se quejaba, pero no podía hacer nada, se sentía el aroma de óbito en la habitación, ella lo sabia, y me lo trasmitía cada ves que fijaba sus pupilas a las mías, no solo era un ciervo impotente, no era el príncipe que la llevaría a un lugar majestuoso, no era aquel que la salvaría siempre que estuviera en peligro, los años habían construido una supresión en mi piel, mis ojos estaban cansados, no tenia la misma fuerza de épocas pasadas, yo ya no podía rescatarla, ni salvarla, ella fallecía frente a mi, y mientras mi pecho se desgarraba de dolor, su tiempo se desvanecía entre suspiro y suspiro, y las toxinas de culpa atacaban mi sangre, mi corazón colapsaría en cuestión de minutos, ella tenia los ojos cerrados, pero en sus mejillas estaban huellas de unas lagrimas frías que aun descendían, no podía verla así, pero tampoco podía dejarla, salí de la habitación donde ella estaba, y el pasillo fue testigo de todas las lagrimas, e impulsos silenciosos de ahogo que provoque, la exasperación se adueño del pedazo de alma que me quedaba, por que el resto ya le pertenecía desde mucho tiempo atrás a la mujer que se incorporaba en la cama, moribunda, pero igual de hermosa como la primera vez que la vi, un poco desgastada su piel por los años, una mujer pura, dulce, que mereció cada palabra, cada beso, cada noche que estuve junto a ella, ella se gano mi piel, mis ojos, mi mente, mis deseos, mi corazón, como devolverle todo lo que ella le produjo a este ser, entre lagrimas y pensamientos, escuche que ella me llamaba, me levante rápido, limpie mi cara para que ella no se percatara que estaba llorando, no quería preocuparle, me acerque a ella, estaba pálida, y fría, la fiebre había desaparecido, pero estaba aun mas débil que hace unos momentos, estaba temblando, intentaba moverse para demostrarme que estaba bien, pero yo sabia que no, sabia que sentía dolor, yo también lo sentía no toleraba verla así, ella tomo mi mano con la poca fuerza que le quedaba, me miro directo a los ojos, esa miraba me cubrió por completo, no hice mas que recogerla en mis brazos, si era el momento decisivo, quería que trascurriera sobre mi, para luego seguirla como fuera, ella me abrazo la zozobra se carcomía mi garganta, solo la abrazaba mientras mi mirada llena d e lagrimas miraba al cielo, rogando una ayuda que no llegaría, una ayuda que no existía, ella alzo la mirada hacia mi, y me beso, fue un beso con sabor a cobre, la funesta propagación de la enfermedad ya se había apoderado de su aliento, la bese hasta que me percate, que ya no respiraba, una lagrima salio de sus ojos, ya era mas frágil que una pluma, no recuerdo cuantas horas abrazando a su cuerpo difunto, solo se que cuando reaccione, mis ojos vieron los tierno rayos de luz entrar por en medio de la cortina, fue un momento hermoso, fue lo ultimo que vi, antes de caer en cuerpo ante ella, por que mi alma siempre había estado con ella, y donde fuera que su alma estuviera, la mía ya estaba acompañándola, y la salvaría, ya que estando en cuerpo no lo logre.