viernes, 14 de agosto de 2015

Fracaso

Yo que la he visto llorar impune ante tu recuerdo, yo que la he visto partirse en cada caída, yo como su hermano, como su sombra, como su maldición y ángel, confieso que tu recuerdo la asesina de a pocos, hoy que te tengo en frente déjame contarte como es ella, ella que enamora a cualquier aparecido solo con soltar ese cielo que tiene por sonrisa, que encapsula a muchos con su mirada, esa misma mirada que se apaga y se destiñe en tinta de lagrimas por un ocaso amor que le dejo cosidos los pensamientos, deberías temblar de tan solo pensar que lo que has roto otro con gusto armaría, yo  como su hermano, como su sombra, como su maldición y ángel, prometo no dejar que te regale nuevamente sus ojos, prometo prohibirle que la apuñales de nuevo, yo como su frasco de pensamientos conservo todo lo bueno, y me vengo de todo lo malo, por que la amo como mi hermana, no dejaría que una parte de mi muera por tan vano imbécil, y si ello pasara yo mismo preferiría sentenciarla a lo peor, pero eso jamás pasara sabes ¿por que? Simplemente por que esa mujer que te enamoro, te apoyo, te brindo su amor, lagrimas, y además  te sano en enfermedades, fue la que te beso el cuerpo empapado en fiebre, inclusive cuando tenias los labios llenos de hambre y la mirada repleta de nostalgia, ella siempre estuvo brindándote su cuero cansado como el mas fino techo contra las adversidades, la mujer de la que te hablo es una pena que la hayas asesinado, vaya si que era una buena mujer, llena de la fantasía, un frio perpetuo buscando ser revelado y en todo este tiempo para ti ese hielo fue invisible, ella se martirizaba con la idea de un cambio, ella esperaba como en viudez el regreso de su amado, un amado que ya no existía, que hace mucho ya no la amaba, no le daba el cariño, el amor, la atención, la confianza que ella como buena mujer necesitaba, ella que me mojaba los hombros con cada uno de tus errores, ella que me decía “el tiene algo, que nadie mas me hace sentir” ya descubrí que era ese sentimiento… sola y puramente indignación… me parecía estúpido que te esperara, que te buscara, incluso que jugara a ignorarte, pues ni eso merecía un verdugo sentenciado como tu, me preguntaras “’¿Por qué te digo todo esto?” por que gracias a eso, entierro hoy el recuerdo y cuerpo del dolor ajeno de la doncella en cuestión, no la llores, no le lleves flores, no sufras por su partida, ella renacerá al soltar esa sonrisa que tiene por cielo, justo cuando alguien mas la bese, y  yo como su hermano, su sombra y su ángel estaré allí para traer la maldición a cualquier otra fuente de dolor que se atreva  a lastimarla.

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