viernes, 9 de septiembre de 2016

Desirous

Desde cero como siempre atrapada en las oscuras caras de sus miradas, como un día cobijado por el delito, como un ser libre de cosas buenas, condenada a la nostálgica voz, al embuste diario, a los sueños mentirosos, esos mismos, caóticas y más peligrosos que la inyección diaria de un adicto. Tan solo te pido que me sueñes en la lejanía, en la cercanía, recuérdame entre cebadas bebidas, entre frías brisas, en encuentros de veranos húmedos, y en secos otoños.

 Llévame como arena en tus ropas, como un polvo condensado, y permíteme por última vez bailar contigo el jazz más poseído e infernal, donde las quemaduras sean lo que más nos cure, como presos en delirio, como cabalgantes de la vida, como humo en garganta que sigue el curso y escapa a encontrar viento, cantando con el ronquido palpito del amor, ese amor traicionero, como una dama arpía y un caballero noble, tejiendo choques para el adiós, reencontrándonos  en la psicodelia, haciendo un brindis envenenado, veneno, cianuro que reemplaza la sangre, agua que me ajusticia, llevándome por un túnel de colores, sangrando en alivio, levitando en penas, no escuchando más que mi silencio, y el alboroto del sigilo, me siento como una canica de cristal, afásica, pero con un estruendo en el pecho, queriendo derramarse otra vez para volver a caer en el error, en la pena, en el gusto y en el hambre.