Con una aturdida infusión de
sentimientos arrepentidos enfocadas en un borde de camas ligadas a un
depredador, belcebú poseído por fuego, fuego dominado por sensaciones femeninas
paganas, recobrar pureza es inviable, ruinas de niñez y paradigmas sociales,
cadencias apresuradas y veloces , enrejados de guarapo, florales azules y
morados ardiendo en inundación, matando cerdos de dos patas, frutos perdidos en
nuestra nación que revolotean por las
manos negras del pavimento, donde las aguas del cauca limpian las pieles
indigentes de la ciudad, y a su vez ventilaban los cabellos de los pecadores en
castigo, constituidos por su ley, ley de mugre, vandalismo, cartón, sangre,
acero y todo esto bañado en jabón de sol quemante que azotaba las paredes de la
sucursal militante, vertientes en pupilas de luz, miradas aterrorizadas de sus pensamientos,
peatones temerosos de si mismos, bebidas amarillas cobrizas que acompañaban solos
de guitarras demoledoras, asesinos del origen que
reflexionaban en cada muerte de sus ideas, somos la mancha de lo pulcro, somos el sueño que despierta, y el temor
que reposa, somos el calibre que se carga y la confusión que domina.