viernes, 6 de noviembre de 2015

Azazel

Las mañanas naranjas de los despertares obtusos de mis ojos, se confundían con los cristales oculares de sus  fanales, intentaba conjurar un mal de ojo que reglamentara el estrés y el calor que sentía así hubiera un frio allá afuera, miraba a todo lugar intentando buscar inspiración pero lo cierto era que terminaba como al principio, sin fundamento, sin mensaje, pero con un millón de pensamientos embalsamados en las esmeraldas caídas de sus ojos, ¿de que color son? A veces son verdes, a veces café claro, a veces como el sol, perfección en su esplendor, como en un cosmos paralelo que no visito hace mucho, recuerdo que en un nota de aire le dije -amo tus ojos… -son tuyos, respondió, -yo vivo encantada con ellos, -yo vivo encantado con usted completa, al terminar la frase, mi éter viajo hasta los centros blancos mas iluminados de opacas bombillas flotantes, rojas, naranjas, y amarillas según recuerdo. Mi falta de concentración, generaba un hacinamiento de ideas, una aglutinación de masas pensantes, que  querían pedirle mil mañanas y unos cuantos despertares más, que tras tanta presión me harían desearle en aumento matutino, mis visiones nauseabundas, un bálsamo puritano, tu posición austera, me enalteció a invitarte a conquistar todas mis mentiras, para escupirnos un montón de verdades, como los demonios y héroes mas incitantes, trasladando los colores anteriores a un vapor húmedo de cannabis alevoso, pérfido como solo tu cuerpo, pero es garbo tener la esperanza del usufructo de tu entidad corporal.