Era una de esas tardes veraniegas,
la cerveza brillantes sumergida en vasos con una figura redondeada, bajaba por
nuestras gargantas, un estío sofocante embargaba aquellos cuerpos que reposaban
en la acera de la loma de la cruz, nosotros que permanecíamos allí, en
ocasiones nos sentíamos con mas poder, dándole significado a lo mas
absurdo, con tal de demostrar nuestra furia y rebeldía, esa rebeldía, que salía
inyectada al ver personas que no nos entendían, reflejando una idea casi
psicótica de lo que en realidad éramos, como una hermandad maligna, como una
consanguinidad dañina, como una simpatía ajena a lo benéfico, eso es mis
queridos lectores el estigma de un rockero y un metalero.
Nosotros desbordados por la urbanidad y
ahogados por el comercio, nosotros que vivimos impulsados por una magia, y no
una ocultista como lo que dicen por hay, una magia mas fuerte que las armas, y
la misma falacia ¡la música! ¡grande la música! que ha sido compañera,
consuelo, y ejemplo, no hay mejor droga que la educación, educar al oído
brinda sabiduría y no hay mejor licor, y de la mejor cosecha la rectitud, y el
carácter, no hay mejor lujuria que la de sentir un solo de guitarra, y el
coro mas hermoso, es el gutural, así veo el mundo yo, y se que así lo ve cada unos que se ha
drogado con educación y sabiduría, que se ha embriagado con su
crecimiento personal, cultivando su carácter, uno firme y autentico, no una
mascara ruda sin movilidad, y se que han caído exhaustos después de una buena
rola clásica, casi como si hubieras hecho el amor... No obstante así no lo ve
el resto de la sociedad la cual ha sido consumida casi como un cáncer por la
televisión, la política, las modas y las masacres, mujer, vestirte como lo
hacen las maniquís de pasarela no te hace mas hermosa, hombre, el seducir
mil mujeres como o dice la canción mas pegajosa del momento no te hace mas
hombre... El mundo se construye de cosas pequeñas un significado sublime del
margen actual, una dimensión amenazada, que vive en constante guerra donde el
ignorante dispara enviado por un ignorante mayor, pero con mas dinero, no
disparan balas, pero si alzan el dedo índice, sin darse cuenta que se
autoflagelan sentenciándose con los cuatro dedos que le señalan así mismo.