Conocerlo fue como navegar al
tiempo donde los sin rostro me hipnotizaban, descifrarlo fue saltar la última
trinchera, fue internarme a terreno desconocido, atentando con mi cronos.
El, nacido del vientre, criado
por el amor, sobreviviente del mar escarlata, vividor de los días, león de
acero, maestro del pixel, ciento sesenta centímetros de provocación, una piel
rustica, caliente, buscando la necesidad del frio, condensada en un montón de
vellos confundidos, unas piedras por ojos, universo perdido en medio de muros,
subvalorado por sí mismo, un poder invisible lo ha de regir, nuevo miembro de
mi panteón, despreciado, desafiante y temeroso.
Con el aprendí que la melodía nostálgica
no siempre es acústica, que los dioses no solo se plasman en aires y tintas, el
me ilustro un cielo por encima de los mismos, que los ángeles también gruñen, y los demonios
lagrimean de felicidad. La herencia genética es su tesoro más grande, es su elección
vital, su pasión es un espejo de carne, su reflejo es símbolo de redención, las féminas la lleva en la sangre y
las pieles no son su fetiche.
Seducir a este batallador de
oficina, es complejo, la esencia es lo que le mueve fibras nerviosas, la
sorpresa y el entendimiento son el fluido de su cianuro. Se le han clavado en
espinas al caminar, y se le ha cuarteado el corazón en el levante.
¿Cómo llegarle a los defectos sin
corroerle la belleza? ¿cómo tocar sin manchar? ¿Cómo saltar sin caerme? Él es
un tipo de sensibilidades no de follajes, no necesita estructura común, recauda
gemas anónimas las valoriza como rupias, rival de la suerte, pésimo creyente,
pero amante de sus mundos.
Con su gracia desteñida me ha
cautivado, es un mar de tormento sin tragedia, agitado por sus prevenciones
personales, su compañía precoz deja un
estigma fantasmal en mi iris, pues su nombre y existencia me hace confiar sin
medir, así que lo acompañare hasta que él quiera, hasta que el hambre me
evapore sobre él, hasta que el esfuerzo por sacarme de su mente sea grande,
hasta que el encuentro se formalice con
la visión, o hasta que su cara dibuje una sonrisa frente mio.