lunes, 18 de mayo de 2015

Martina (Segunda Parte)

Me senté en su meza y comencé sin apuros…
Fructífera flor renaciente,  flecha de fuego la que corta su delicadeza,  lagrima del sol la que cubre sus ojos, tóxicos e  inflamables trozos de brillo que le recubren los labios, oh Martina, Codex revivido en mi, desespérame, piérdeme, encuéntrame, ya que la vez pasada no lo hiciste… extraña las veces que me mirabas, extrañas las veces que yo no te miraba, no me asesines mas, revive en mi, muere pero no desistas, atropéllame la moral, el orgullo, y el valor, soy débil frente a ti, me poso hoy de una forma distinta ya no como un caníbal agonizante sino mas sereno y angustiado, solo quiero mentirle a mis ideales, percibo en ti un desafío mortal, caótico y casi tan excitante como tu voz, ¿te molesta que te hable? No lo creo si no ya te hubieras ido como siempre lo haces, hoy es distinto, hoy es nuevo, ¿es un dejavu? O  solo me siento aterrado por que ya no me eres indiferente, nostalgia épica la que me produces hoy,  quiero sonreír como un niño, y amarte como un viejo, mi piel no te ofrece nada pero esta bomba de corteza frágil te pide, nose como, nose cuando, pero solo se que hoy es hoy, no eres la primera mujer  a la que amo, pero hoy eres la que mas amo, pero si la primera a la que veo como diosa absoluta, nada de feminidades relativas, cualquier poetiza que hayas escuchado te parecerá basura después de hoy, se que es tu trabajo conocer el romance, la tristeza, y cualquier sentimiento basura,  ética, ¿Cuál ética? Eso no existirá después de hoy, hace mucho perdí la mía.  Todas las noches lo he hecho pensar solo en hoy, hoy es como algo que sabía que pasaría, pero sin medir tiempo, ¿sabes? Esas  risas de ebrios que siempre te rodean, melodías góticas  y abrumadoras, deseosas de ser entonadas en ti, me encantan.  Penumbrosa descendencia, cruel nacimiento, apuñalada conductora de muerte, ¿efímera vida? Por supuesto, ¿incoherencias? ¿Crees que lo que digo son incoherencias? Pues tienes toda la razón mi cielo, ya mi cabeza no es coherente desde  aquella noche que invocaste <<adulruna rediviva >> en esos labios que te nombre hace ya varios minutos, ah y otra cosa es de nuevo de noche, igual a anoche, y antes de esa otra noche, nose cuantas  noches de mi inútil existencia las he dedicado a verte desde esta misma meza en la que me acompañas hoy, pero no te apagues como la llama de esa vela del rincón, no te quedes tan solo mirándome, ¿escuchas el órgano que toca aquel hombre? ¿Se oye bien verdad? Pero no es ni comparado como cuando cantas,  yo quiero afinarte el cabello, entonarte los besos, hacerte mis cantos en el pecho, fundirme en un humo perpetuo,  como ese aquel que fumas a media noche para evitar el cansancio, por ti, me sacrifico, sacrifico mis tristezas, penas y dolores, por que te daría lo mejor no desaprovecharía mi felicidad, caricias y amor, ya que lo guardaría para ti, por favor no te vayas, no te levantes tan pronto, no quiero que te vayas aun solo…¿solo unos minutos mas? Déjame abrirte la mente, y lanzarme en ella ya abierta…

Martina se levanto de la meza con un la vista empañada en lagrimas…

Espoleta

Empecé mi camino temprano como de costumbre, sus pies eran tan pequeños, tan delicados, no maquillaba sus uñas pues rara vez se les veía,  seguí por el sendero de sus piernas doradas largas y calientes  al llegar a una enredadera de estrías y  cicatrices que le rodeaban la cadera al igual que parte de sus  muslos, ella un poco apenada pues pensaba que eso opacaba el resto de su ser; eran líneas que perturbaban  su perfección pero mi lengua las apaciguaba, para darle a entender directamente a su piel, que su belleza era absoluta. Un vientre firme delineado con dos sombrías líneas a los costados, y una cereza de ombligo que seducía a cualquier espectador, una cintura tan angosta que con mis manos sujetas casi le daba la vuelta, ese plano valle de su abdomen renacía en dos colinas, unos senos hermosos, pequeños, y cómodos a su ectomorfa figura, perfectos… perfectos para mis labios, mientras mis manos conquistaban terreno en su espalda, exhaustas por el recorrido  descansaron en dos agujeros construidos por las formas de  su espalda baja, volviendo a mis labios que descendían apresurados de las colinas a una  bahía, esa clavícula tan delicadamente cubierta con una piel muy suave, una clavícula huesuda y áspera a la vez,  que desembocaba en un cuello que solo provocaba besar hasta el Armagedón, largo, delgado, estilizado, elegante… ¿Cómo una parte de su cuerpo, una tan simple, me hacia desearla tanto?

Tome su mentón  y lo eleve al cielo, observe la llanura plena de su belleza por completo, todo el terreno recorrido hasta ahora, todas las tierras que había conquistado, pero aun debía batallar en ese puente por su piel, le bese el cuello  hasta que un rastro húmedo la cubrió, ella respiraba apresuradamente, yo también lo hacia, su cabello negro  de latina, caía sobre un almohadón de lino blanco, que descubría su rostro caluroso por el presente encuentro, mordí su mentón el momento lo ameritaba, a lo que ella abrió  un poco los labios, labios que parecían arrancados de afrodita para ser dispuestos y obsequiados a ella, con un leve tono rosado, delgados, que abrían la puerta  a una lengua inquieta, aprisionada por siglos, desnuda de miedos, dispuesta a todo… sus ojos para mi eran un misterio, una amplia cortina de pestañas le cubrían las pupilas, solo fue hasta que mordí tan fuerte sus labios, que soltó una ráfaga de viento y un ahogado gruñido, que abrió los ojos y los fijo en los míos,  fue allí,  justo allí, donde me perdí totalmente, pues todos sus paisajes ahora se habían convertido en minucias, en un agujero negro que me atrapo, ese par de joyas cafés, me extasiaron sin fin, podría perderme días y horas en su pecho, en su vientre, piernas y no conseguir nada, pero en esos ojos podía extraviarme por años y vidas, y encontrar pronto el punto donde el cielo y el infierno se confabulan.