martes, 28 de julio de 2015

Atespos ll

Se que ha pasado muy poco, pero haz sido el que me ha visto llorar, me duele mucho este sentimiento fingido, quisiera ser leal, pero no puedo, yo misma soy una farsa, yo no soy la de ese reflejo, solo sombras que me atraen desde el suelo así como la gravedad misma, quisiera  ver un despertar nuevo, como lo pintan millones de poetas, pero cada vez todo se oscurece mucho mas, estoy perdida y ya no me tiendes la mano para guiarme, hace mucho caí y tu mano no estuvo para sacarme de aquí, aun guardo esa melodía que me tarareabas  mientras tocabas guitarra, aun vive en mi mente la fugaz saliva de tus besos, pero también me rodeo de mis realidades, con unos amigos plásticos, que me hacen sentir incomoda, soy su bufón, siempre la extraña con matiz de fealdad, la que jamás alguien besaría, la que no invade los sueños de ningún caballero, la que siempre es escogida al final, la que todo tolera, la que no cabe en el concepto de “belleza” que esos seres plásticos se han idealizado, me siento mal a menudo, pues son pocos los que ven en mi algo bueno, algo misterioso, algo digno de conocer, por ello soy precavida, temerosa, y fugaz, tengo miedo a la vida, por que me esta bebiendo de a pocos, me come la piel cruda y a mordiscos, las marcas se tragan el temor... pero cuando me quitan la piel me pongo de pie para la lucha

Isidro y Tierra

Una brisa helada que atravesaba lo plano de las tierras, tan solo unos ojos opacos servían de luna, un cielo limpio y flamante era el percusor del frió, la tierra como soporte de millones de palabras que palpaban un sin fin de sueños de carne, con sabor a cobre y cuero, unas miradas que conectaban ideas fantasiosas y reales como la vida misma, una química que cosía sus atracciones con el parafraseo pintado por humo y café amargo...
Una saliva sin probar se posaba frente a mi, en cautiverio mi pecho se encerraba en un camisón corinto, y las piernas cobijadas por un pantalón cobalto, queriendo mandar las telas que me cubrían al abismo del frió, o por que no al lado de las de el...
queriendo devorarlo a labios, y besos perniciosos, como me gustaría verte de nuevo y pronunciar todo esto con las legiones de piel, y  recrear poesía que se ha escrito en diálogos, una poesía del tacto y cercanía, comestible y entrañable, luchadora y vencedora así como la homilía con la que empezó todo (...)