martes, 6 de septiembre de 2016

Luna Salada (Primera Parte)

Tras ese mar de agua hermosa y atrofiada se balancea cómodamente un montón de
pobreza barricada en palos y pieles rojas de sol. Ya veo por qué uno de mis escritores
favoritos escribió tanto sobre el mar y murió con un mundo cosechado en aguas, es fácil
verlo y aterrarse con su fascinante morfología, con una mística lagrimal vigilado por los
cielos mortales y los aires perpetuos poseído por una humanidad destructiva con un vacío
más grande que sus aguas, como una llave de la noche, como una prisión de dioses, como
un camino líquido, como un terreno vivo, como una tierra muerta, así mismo con sus
gentes tristes con sus líquidos salados, con su toxica neblina, con su pobreza en los ojos
las costas se llenan de pies descalzos, de esqueléticos perros carroñeros, con soles
desteñidos en las mañanas y saturados en las tardes.
Con mujeres de una belleza profana, sucia, común, como unos minerales sin explotar,
unos lémures arenosos, negros de vida, blancos de ignorancia  accidentes de neblina y
reflejo de la tierra corrupta y descarada que los maneja siempre.
A pesar de todo con sus escombros sociales buscan el futuro con un cesto repleto de
ganas, pescados y masas comestibles. Con chozas a los costados de los senderos de
asfalto, infantes a contraluz…
¿Y que les espera a estas almas? (…)

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