miércoles, 3 de agosto de 2016

Balar

Nos conocimos en una noche de molla fumarada, disfrutamos del silencio, era usted un desconocido más  con el que solo se hubiera podido compartir  aquél licor de roble,  nada especial para mis ojos cafés, nada interesante para mi mente ignorante, nada importante para mi clausurado corazón.  La noche avanzo y no era usted más que un extraño con el que cruce pocas palabras, gestos mínimos y desinteresados saludos.  A los días siguientes cuando lo encontré en su cómoda cotidianidad lo descubrí, intangible, con historias en los ojos, con clausulas infinitas en los labios, con soles luminosos en las palmas de las manos… había encontrado alguien de quien aprender, alguien que me enmendaría en la practica y me corregiría en la amistad.
Confié rápidamente, mi aprecio fue pronto, mi atención mental estuvo en vivencia suya todo este tiempo, Tal vez  hago mal en escribirle este montón de letras, pues solo son mi pretexto  para decirle bajo tinta lo mucho que lo admiro, por este atrevimiento me condeno a contornearle sus blancas pieles reveladas en sueños, en lealtades cercanas,  ha estado presente en el ultimo lapso de mi existencia forjándome las comas, desafiándome los puntos, y cercándome de miedos.

Grandes esperanzas han florecido en mis lúgubres conversaciones con usted, donde príncipes psicópatas, flores carmesí y mujeres de oro toman el curso de nuestro hablar, mientras me fijo en el valor de su sensibilidad cubierta de crudeza y  cabello castaño.

martes, 2 de agosto de 2016

Rosal

Siento como si las pastillas que tomo tuvieran muerte en polvo en el corazón, como si mi aliento fuera un humeante pozo ulcerado, mis manos heladas como hielo, mis piernas tan frágiles como palillos inmóviles, un dolor en los huesos que se esparcía como cáncer en el tuétano, mis pies escarchados  intentando ser gemelos de mis manos, una garganta muerta, agonizante, hambrienta, mi piel quemada por el frio, mi cerebro punzando con mil agujas, los vientos de afuera generan estruendos que se inyectan en mis oídos creando torbellinos de dolor, mis senos sofocados por la fiebre se derriten encima mío, mi corazón cansado quiere dormir en la próxima cama que se le preste, mis ojos halados por el calor se cerraron y caí del sofá, junto a las margaritas azules que una tía cuidaba en un jarrón, mientras estuve en el piso millones de mariposas me carcomían los órganos, limpiándome las costras y sacándome el fulgor, unos tentáculos rosados me habían bañado los ojos, y camine por un montón de huesos blandos hasta llegar al hospital, cuando llegue mi cama y mi piel estaba teñida de azul, pero mi cara tenia un moretón al parecer hecho con la meza de mi tía, por que tanto alboroto me pregunte, ese moretón se pasara pronto, al acercarme mas no respondía, sentí mi piel fría, el calor había desaparecido, estaba helada, como si fuera una criatura polar.

Mi corazón es como un rosal quemado, intenta fluir con el viento pero las cenizas lo entorpecen, también he arañado las entrañas de la tierra buscando las raíces que hagan fluir mi sangre,  pero fue donde  recordé, mi corazón me lo advirtió, se iría a dormir en la próxima cama que le prestaran, el hospital lo hizo y el muy desvergonzado se fue del todo.