Hace
un año sobre el asfalto carmesí, se levantaba imponente los seis dioses de la culminación,
con un preludio fantasioso entre hélices y rimas despertaban corazones
atrapados en poesía, cantos condenados del sol, incrustados en clavículas malditas,
pulmones infectados de una hierba potente, cuerpos forrados de telas negras, expectativas
hambrientas, un montón de desconocidos por conocer, un montón de amores por
encantar, se levantaba así un cielo de cristal bañado por fuego, una rubia con
obesa lujuria, un poeta astral de compañía a paso sinfónico y cesante armonía, persuadidas
alabanzas en agites de cabeza, dramáticas escenas entre adrenalina y temblor,
miedo, exaltación, emoción y una idolatría absurda que nos revestía la
realidad, por un momento mi vida fue el sueño de colores, el encuentro cercano
con mis mentiras, un paquete surtido de sorpresas, operas inflamantes expulsadas
en sangre, demonio retenido en perfección,
donde engañaba con voz de ángel, y mil legiones de gorjeo.
Deje
habitar en mi un paraíso mefistofélico y deambulo en mi, las aguas mas paganas,
belcebú temblaría ante los pies de las divinidades que habían arribado, “bebe
el néctar sagrado de la rosa” cae en su trama, que ya tus cielos han sido devorados,
cae perplejo en esta noche, que mañana todo será como antes, así pasaran las
temporadas cronológicas, hasta nuestro reencuentro…
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