“La luna irrumpe en el firmamento, yo
mientras tanto, descargo mi espada al lado de la taberna, mi cansancio opaca
todo a mi alrededor, me siento en la barra, el licor quema mi
garganta, mis bolsillos están repletos de oro, pero mi mente, mi cuerpo,
yo, me encuentro vacío y sumergido en mi amargura. De repente a unos metros de
mi está sentada una joven, piel blanca, cabello dorado, una mirada amarga y
tímida ella misma irradiaba pureza, su vestimenta blanca reflejaba la luz
lúgubre de ese lugar, me hallaba hipnotizado casi trastornado, por ella,
había visitado miles de veces esa taberna, ¿Cómo era posible que jamás la haya
visto? ¿Será su primera vez aquí? Me preguntaba a cada segundo… mi
conciencia decía caballero inútil deja tu armadura, tu orgullo vencido, y
utiliza tu convencimiento… vamos… alcánzala…me disponía a levantarme, mi
corazón palpitaba bruscamente, dolía, arañaba mi pecho…pero un hombre se acercó
a ella (yo apenas me levantaba de mi silla) el, la beso en el cuello, la tomo
de la mano y la levanto, ella parecía en otro lugar… no parpadeaba solo se
dejaba llevar por la mano que la aprisionaba, me sentí decepcionado y
herido aunque no tuviera motivo, me encontraba confundido… ¿Cómo es
posible que ella provocara tanto en mí, si ni siquiera me miro? Joder,
despeje mi mente y decidí salir tome mi espada que había dejado al lado
de la puerta, me largaría a la cama, fue una noche pésima, al menos lo que
iba de ella, caminaba a casa, cantando mis coros de borrachín, afligido y
excitado por el alcohol que llevaba, de inmediato escuche q alguien, me
acompañaba cantando, pero no veía a nadie solo escuchaba su voz y su
pisar en las ramas y hojas, empuñe mi espada, estaba aterrado y confuso,
pregunte quien me seguía, cuando de entre los arbustos distinguí una silueta
femenina bastante provocativa a medida q se acercaba su imagen se aclaraba,
abrí mucho los ojos para distinguir mejor era hermosa, su piel era
canela, su pecho perfecto y sensual, sus ojos, su mirada era llamativa,
misteriosa, atrayente, era excitante tan solo mirarla ella sostenía una
cantimplora con ron, recuerdo que le hable y ella me respondía con su vos
sensual, empezamos a caminar juntos, reíamos, fijábamos miradas, eran muy
momentáneas …llegamos a mi casa, a mi habitación… el ron todavía lo seguíamos
bebiendo, en un momento pude ver que su vestido estaba rasgado en la espalda
tal vez de las ramas del bosque donde la encontré, me acerque para ver su piel
desnuda a través del agujero de su vestido, ella se percató de que la
espiaba y se giró bruscamente tomo mi mano y la puso en su espalda, tan solo en
forma de reto... pero no fue lo único que toque, el tocar su piel me libero de
inmediato, me acerque a besarla pero ella freno mi camino, y paso su lengua
frente a mis labios, todo mi interior, fue la señal justa para darme cuenta que
quería probar completamente su cuerpo, besarla y poner mi marca en ella, casi
al instante decidí, desvestirla y observar su cuerpo desnudo, simplemente no
pude contenerme más, bese cada centímetro de ella. Ella era una bestia
infinitamente bella, tenía el poder de hacerme temblar con tan solo escuchar
sus pequeños y sensuales gemidos, que vibraban hasta mi cerebro, esforzándome a
continuar, sentía que la habitación se caía de a pocos, pero ella con su sola
respiración, agitada, y agresiva la reconstruía en un segundo.
Por ese instante me olvide de mis penas y
de lo desdichada que era mi vida, nuestra piel era levemente perfumada por una
mezcla de licor y sudor, yo me fusionaba en su cuerpo y ella en el mío, era tan
perfecto el momento en que ella se acercaba a besarme, mientras deleitaba mi
vista con su cuerpo, era una diosa, sagaz, cruel, era maldad pura, yo
tenía sed y ella era el agua que quería beber.
Ya habían pasado las horas, el cielo se
aclaraba y los rayos del sol empezaban a irrumpir en el ambiente, yo aun bebía
de la fuente milagrosa que había encontrado, estaba agotado, mi placer era casi
interminable, ella también se reflejaba así exhausta y aún más hermosa, se
recostó en mi hombro, desnuda, y la luz que entraba por las cortinas me
dejaban admirarla totalmente, casi simultáneamente recordé a la joven de la
blanca vestimenta de la taberna y pensé, ¿fue tan solo una distracción? Para obligarme a salir de allí y encontrarme
con la mujer que ya reposaba en mi
hombro? ¿Fue una casualidad? Y me respondí, las casualidades no existen,
nada bajo el sol ocurre por casualidad, ella era con la que debía estar, ella
era la que motivaría mi camino, y le daría sentido a mi patética vida, solo
debo aguardar a que ella despierte, y me abandone…o se convierta en mi
vida… ella se levantó y me miró fijamente… su cabello caía al lado de su pecho…”
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