viernes, 9 de septiembre de 2016

Desirous

Desde cero como siempre atrapada en las oscuras caras de sus miradas, como un día cobijado por el delito, como un ser libre de cosas buenas, condenada a la nostálgica voz, al embuste diario, a los sueños mentirosos, esos mismos, caóticas y más peligrosos que la inyección diaria de un adicto. Tan solo te pido que me sueñes en la lejanía, en la cercanía, recuérdame entre cebadas bebidas, entre frías brisas, en encuentros de veranos húmedos, y en secos otoños.

 Llévame como arena en tus ropas, como un polvo condensado, y permíteme por última vez bailar contigo el jazz más poseído e infernal, donde las quemaduras sean lo que más nos cure, como presos en delirio, como cabalgantes de la vida, como humo en garganta que sigue el curso y escapa a encontrar viento, cantando con el ronquido palpito del amor, ese amor traicionero, como una dama arpía y un caballero noble, tejiendo choques para el adiós, reencontrándonos  en la psicodelia, haciendo un brindis envenenado, veneno, cianuro que reemplaza la sangre, agua que me ajusticia, llevándome por un túnel de colores, sangrando en alivio, levitando en penas, no escuchando más que mi silencio, y el alboroto del sigilo, me siento como una canica de cristal, afásica, pero con un estruendo en el pecho, queriendo derramarse otra vez para volver a caer en el error, en la pena, en el gusto y en el hambre.

martes, 6 de septiembre de 2016

Luna Salada (Primera Parte)

Tras ese mar de agua hermosa y atrofiada se balancea cómodamente un montón de
pobreza barricada en palos y pieles rojas de sol. Ya veo por qué uno de mis escritores
favoritos escribió tanto sobre el mar y murió con un mundo cosechado en aguas, es fácil
verlo y aterrarse con su fascinante morfología, con una mística lagrimal vigilado por los
cielos mortales y los aires perpetuos poseído por una humanidad destructiva con un vacío
más grande que sus aguas, como una llave de la noche, como una prisión de dioses, como
un camino líquido, como un terreno vivo, como una tierra muerta, así mismo con sus
gentes tristes con sus líquidos salados, con su toxica neblina, con su pobreza en los ojos
las costas se llenan de pies descalzos, de esqueléticos perros carroñeros, con soles
desteñidos en las mañanas y saturados en las tardes.
Con mujeres de una belleza profana, sucia, común, como unos minerales sin explotar,
unos lémures arenosos, negros de vida, blancos de ignorancia  accidentes de neblina y
reflejo de la tierra corrupta y descarada que los maneja siempre.
A pesar de todo con sus escombros sociales buscan el futuro con un cesto repleto de
ganas, pescados y masas comestibles. Con chozas a los costados de los senderos de
asfalto, infantes a contraluz…
¿Y que les espera a estas almas? (…)