Hoy despertar con jaqueca, revoltosa,
y apresurada, una opera danzante entre la creación,
un sol postrado en el cielo, dando la orden de calentar el cemento, el agua no
calma la sed, pero una bebida calostra acariciaba mi garganta, mientras sus
voces lejanas me llamaban, el tan lejos, y yo con el deseo de tenerlo tan
cerca, para inyectarle veneno, para endulzarlo con las verdades correctas, emanciparlo de miedos, desbordarle la tinta,
calentarle lo helado de los pulmones, acelerarle la sangre, el tiempo de mi
resistencia se puede estar acabando muy pronto, vamos a secularizar nuestra colisión,
entrare por tu pabellón auditivo con calma, mi lengua llevaría el compas de tus
palabras, tu cuello seria victima de mis ósculo, y entre tanto te canibalizo
los labios, hasta que te veas obligado a hacer lo mismo. Podría ser que
degustes mi boca, que ese sabor te rapte la conciencia y quedes vacío de moral,
no podría asegurarte quietud, solo se que en la distancia te siento, en la cercanía
naufrago en esas aguas tuyas.
Pero lo cierto es que para la aproximación
de los dos, hasta tu felino entorpece mi
viaje, y lo envidio por tenerte ahí siempre, solo recuérdame cuando lo mires a
ese par de zafiros que tiene por ojos, intenta entender su naturaleza mística,
intenta hacerlo, para que después intentes entender mi fascinación, esa que
nace de tu misterio.