Solemne, e importante, tramada por
la condensación del delirio masificado en cuestiones sublimes de un punto de
ebullición efímero, lobreguez, de una maldición, una mas hermosa que persefone,
atrapada por el holocausto hambriento de gritos ahogados, una lista de palabras
interminables las que recitaba la robusta mujer, en ese oscuro lugar, la
música de opera alumbraba en túnel del oído, cegado por risas bruscas y
humillantes, era la noche del verano mas helado, los rímeles ácidos oscurecían
las bolsas marchitas de mujeres, la luz viajaba a un ritmo lento así como el
humo de tabaco, ese mismo humo de tabaco y otras hierbas voladoras que
chocaba con los escotes cuadrados de las mujeres que dejaban descubrir la línea
de sus senos, perfectamente formados redondos y cubiertos por una piel de
nieve, esa nieve de repente la música cambio el swing se adueño de
las caderas ardientes de latinas infiltradas, New Orleans en la sangre les
corría así estuvieran a kilómetros cósmicos de allí, el éxtasis promovido
por una tradicional euforia, mas peligrosa que narcóticos, la sangre
fluorescente del campo abierto, una armonía caótica mas contra procedente que
espíritus furiosos, la voz perdida de esa mujer obesa, esa que cantaba con la
garganta drogada de pasión para entretener sus observadores, ella llena de
belleza, máxima expresión capaz de explotar con esa exótica fuerza, sensualidad
alienígena, un vestido ancho similar a una cortina vino tinto que vi en casa de
mi abuela hace tantos años, un cabello rebelde y crespo oscuro como el lugar,
el diafragma distribuido en dos pechos grandes, una voz lírica potente,
irradiaba un rayo de alegría gris, ocultaba sus ojos atravez de un
antifaz de señuelos disfrazados de músicos, habían como doce personas en
escenario, pero ella común y sin chiste, tenia mas que mostrar que el arsenal
de payasos que la acompañaban, podía estar como una estatua y seguiría
provocando lo mismo.
El swing, y el jazz candente se calmaron,
tomo una copa de vino tinto para hidratar la peculiar garganta, bajo del
escenario donde llevaba horas paradas como un bufón divirtiendo a su publico,
se sentó justo en un rincón desierto de humano alguno, movía la cabeza
levemente mientras escuchaba las notas de la música pre grabada que ahora
irrumpía en el bar, las parejas desenfrenadas conducían histéricas a los baños
a desatar sus pasiones estúpidas, mientras ella parecía disfrutar mas de su
vino, y un humo dañino expulsado por otros, no tolero ver que es tan feliz
sola, pagana, cruel, con un misterio tan exquisitamente toxico, gusanos
perpetuos del mundo carcomiéndose mi mente con oscilaciones ponzoñosas,
apetecía sus secretos, ¿que se escondía detrás de semejante fémina? una
señora que se merece mi respeto, admiración, pero no mi amor, por que si
llegara amarla, destruiría lo que mas me gusta, su libertad furtiva e
incoherente, y amarla en libertad activaría en mi un recelo mortal. Pensé
durante horas en modorra viva, mientras la observaba cubierto por los cuerpos
que allí estaban, me asuste cuando voltee a su mesa y no estaba, mis pupilas
giraron por todo el lugar, buscando su adiposo y perfecto ser, cuando me
levante de la mesa para recorrer mejor con periferia el lugar se paro frente a
mi, coloco una botella de vino tinto en la mesa y tan solo una copa.
El gélido apocalíptico me cubrió el
cuerpo, sus ojos eran apagados, muy oscuros, con una mirada atrayente
perturbadora y lozana, como ella misma, sus horizontes grises eran tan
atractivo como el paraíso para un buen cristiano, despejado de miedo, me fije
en esas pupilas infernales, a lo que ella dijo - ¿hay tantas mujeres lindas por
aquí, por que miras tanto a una birria como yo? -las mujeres de aquí tienen
nieve en la piel que se derrite a medio amanecer, dejando ver la crueldad
de la pasión, asesinando toda belleza que se estrangula con la mujer fácil, me
miro de pies a cabeza y dijo - tienes mucha razón, la mujer de nieve es muy
frágil, y gastada, se queman con facilidad cuando no controlan sus temperaturas...